Pocas veces se te ocurre comprar entradas para ir a ver ballet.Pocas veces escoger entre la gran cantidad de oferta que hay en la ciudad a la hora de decidirte por una opción de ocio hace que acabes viendo bailarinas etéreas con tutú evolucionando grácilmente a ritmo de violines acompañadas por efebos en maillot marcando paquete ,todo eso sentados cómodamente desde la primera fila de un palco en un teatro como el Tívoli.
Bueno,pues tiene su gracia.
Matizando un poco,siempre es bienvenida una audición de esta inmensa obra musical de Piotr Ilich Tchaikovsky,tiene su gracia ver a toda una bailarina con mayúsculas como Margarita Kamysh (Que gran actuación la suya,sencillamente espectacular) danzar como un cisne y desplegar arte a raudales por el escenario,aunque por el contrario sorprende un poco que el solista masculino,Andrei Subbotin,se pase toda la obra andando y dando algún que otro saltito,que tampoco es nada del otro mundo y resulta insuficiente y algo ridículo a fin de cuentas...
Una vez en la vida hay que ir a ver ballet,si,aunque acabes algo empachado y no te den ganas de volver a ir en muuuuucho tiempo.
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