"Es necesario indignarse una vez más, aunque estemos ya cansados de indignarnos. Y es necesario precisar una vez más la naturaleza de esa indignación, aunque las palabras estén gastadas y parezcan vacías. Indignarse contra ETA, naturalmente, pero hacerlo al mismo tiempo con las decenas de miles de vascos que les apoyan. Curioso grupo humano éste. Vive en el corazón de la Europa próspera, amparado por las normas legales más avanzadas que el hombre haya inventado; pertenece a una comunidad con instituciones y símbolos propios y con un régimen económico exclusivo; cuenta con una excelente red de servicios sociales y opera en la vanguardia industrial y tecnológica; dispone de sus propios medios de comunicación y educa a sus hijos en su lengua vernácula...
Quiere más, por supuesto, tiene derecho a querer más. Lo que le convierte en grupo humano extravagante, anacrónico y ridículo. No es que quiera más, sino que haya llegado a creerse una víctima y que se comporte, hable, clame como representante de un país perseguido. Sus cachorros más jóvenes incluso visten como ven que visten en las tierras desesperadas por la injusticia, hacen el gamberro, se sueñan en la Intifada y deliran que están en Gaza. Así se dan importancia y luego se van de vinos y, después… ¡a cenar! ¡Qué manera de ofender a los pueblos oprimidos de verdad! Y pensar que esta monumental pedantería les lleva a asesinar… Es tan grotesco que crean estar viviendo una situación política límite, de vida o muerte. Lo urgente en Euskadi no es el derecho a decidir, es decidir que esta vergüenza debe terminar."
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